domingo, 17 de diciembre de 2017

Psicogenealogía de Jesús (1)

Walter Jesús Ojeda Murguía[1]

Un hombre predica en Judea. Atrae multitudes. Fascina a hombres, mujeres y niños. Cuenta historias, habla de forma sencilla, clara y a la vez contundente. Los abatidos encuentran consuelo en él, los enfermos se curan, los necesitados de dirección, la encuentran. Y éste hombre sabe que su destino es ser el cordero llevado al matadero...

¿Quién es Jesús y cuál es su Destino?
Tamaño atrevimiento pretender contestar esa pregunta. La figura de Jesús ha estructurado la cultura occidental e influenciado a casi toda la especie humana. Así que sólo nos centraremos en los datos bíblicos para dar una lectura transgeneracional a su vivir y actuar. Pero primero expliquemos desde donde miramos.

En las últimas décadas ha venido acumulándose y configurándose información de cómo las vivencias de nuestros ancestros nos determinan. Allí dónde pensábamos que éramos libres para decidir, cada vez se hace más evidente que en realidad estamos llevando a cumplimiento programas de acción desarrollados por otros, acatando mandatos familiares, prosperando o enfermando por lealtad familiar. No tan sólo por las influencias de nuestra familia nuclear o la extensa, sino por antepasados que ni siquiera hemos conocido. Desde las intuiciones de Freud y Jung, pasando por los datos de terapeutas familiares y el guion de vida de Berne, hasta llegar a Anne A. Schutzenberger y su sistematización del árbol psicogenealógico, los aportes de Jodorowsky, Hellinger y las escuelas francesas de  Biodescodificación, hemos vuelto a encontrar la influencia de los ancestros, tan respetados por culturas más tradicionales.

El Destino es el resultado de asuntos inconclusos del pasado, actualizados para ser reparados o resueltos, de expectativas de lo que somos capaces de lograr o no. Desde esta perspectiva queremos reflexionar bajo qué influencias estuvo Jesús. No por nada El Nuevo Testamento empieza con su genealogía. Ella nos permite conocer al Hijo del Hombre, al ser humano inserto no sólo en una realidad histórica sino sobre todo en una realidad familiar, de mitos, creencias, emociones y sueños transmitidos.




LOS PADRES FUNDADORES
La genealogía de Jesús, según es narrada por Mateo, comienza con Abraham, Isaac y Jacob, los tres grandes patriarcas del judaísmo. Veamos que dicen sus vidas.

Abram, hijo de Téraj, tiene dos hermanos: Najor y Harán. El padre de Téraj se llamaba Najor. ¿Por qué darle el nombre de su padre a su segundo hijo? Quizá Abram no era un hijo esperado. Esto podría explicar la actitud desapegada de Abram, su falta de interés en tener descendencia, la laxitud con respecto a hacer respetar a su esposa, y su disposición a obedecer el matar a su propio hijo. Parece ser que Abram reactualizaba su propio drama gestacional, que habría implicado un intento de abortarlo.

He explicado antes (Ver Ojeda, 2016)  que ante una situación de extrema crisis el diseño biológico activa experiencias de luz y de escucha de voces que nos advierten, guían o transforman. En este contexto: Dios. Así que Abram debía de estar viviendo una profunda crisis cuando Dios se le revela diciéndole: "por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra". Entonces aquel le levanta un altar cerca de Betel, conocida también como Luz.

Pero la promesa tenía un obstáculo o, más bien, la promesa era la respuesta a su crisis: Abram se había casado con su hermana por parte de padre, Sara (Gn 20,12), quien era estéril, y sólo pueden concebir cuando Dios le cambia el nombre por Abraham -padre de multitudes- y así cambia un destino de infertilidad a uno de fecundidad. Primero tiene un hijo con la esclava de Sara  y luego puede tenerlo con ella (Gn 12, 7s). Este dato es un buen ejemplo de como la experiencia de paternidad desbloquea en muchas personas los impedimentos para concebir. Téngase en cuenta que antes de las promesas Abram no había mostrado interés en tener descendencia  -Sara ya había pasado la menopausia y él era diez años mayor que ella- (Gn 17, 17). Sin embargo, tras la muerte de Sara, toma una nueva mujer y tiene más hijos, lo que evidencia su cambio de actitud frente a la paternidad.

Otro aspecto importante en Abraham es que estuvo dispuesto a matar a su hijo porque Dios (la Voz) así se lo ordenó. Hellinger (2001) cuenta una historia al respecto:

Un hombre, en sueños, oyó una noche la voz de Dios, que decía: "Levántate, toma a tu hijo, a tu único y bienamado hijo, llévalo al monte que te señalaré, y allí ofrécemelo en holocausto".
Por la mañana, el hombre se levantó, miró a su hijo, su hijo único y bienamado, miró a su mujer, la madre del niño, y miró a su Dios. Levantó al niño, lo llevó al monte, [lo hizo cargar los leños,] construyó un altar, le ató las manos al niño y sacó el cuchillo para sacrificarlo. Pero en ese momento oyó otra voz, y en lugar de su hijo sacrificó un cordero.
¿Cómo mira el hijo al padre?, ¿Cómo el padre al hijo?
¿Cómo la mujer al hombre?, ¿Cómo el hombre a la mujer?
¿Cómo miran ellos a Dios?, ¿Y cómo Dios -suponiendo que exista- los mira a ellos?

Preguntas similares podemos hacernos respecto a Sara: ¿cómo mira esta mujer a su marido, que la hace pasar por su hermana y que permite que la elijan por mujer ante el temor (real o fantaseado) de que lo maten para quedarse con ella? (Gn 12, 10-20 y Gn 20).

Finalmente, señalemos algo más respecto de Abraham. Él no desea que su hijo Isaac se case con una extranjera, sino con alguien de su propia familia. Le encuentra a Rebeca, nieta de su hermano Najor y de Milká (hija de Harán, el otro hermano de Abram. Se habían casado tío con sobrina). También ella es estéril. Tras invocar a Dios engendra gemelos. La necesidad biológica de engendrar gemelos es tener una reserva por si muere uno ¿El temor de que Dios vuelva a pedir sacrificar a uno de sus hijos?

Isaac también recibe la promesa de Dios de que "por tu descendencia se bendecirán todas las naciones". Y también Isaac tiene que ir a otra nación y hace pasar a Rebeca como su hermana, con la misma justificación que su padre. (Gn 26, 1-11)

Isaac y Rebeca engendraron a Esaú y Jacob. Pero ¡oh sorpresa! también ella es estéril. Tras invocar a Dios engendra gemelos ¿Qué necesidad biológica o psíquica hay en engendrar gemelos? Por si muere uno se conserve el otro ¿El temor de que Dios pida sacrificar a uno de sus hijos? Y también uno de ellos recibe un programa para manifestar en lo físico y el otro para manifestar en lo mental.

Isaac y Rebeca engendraron a Jacob (que significa "suplantador") y Esaú. Jacob es el segundo y el preferido de su madre. Le gusta estar en casa. A diferencia del mayor, quien gusta de cazar y de la preferencia del padre. Esaú se casó con extranjeras, trasgrediendo las reglas de la familia de casarse con los de su misma tribu. Y cuando Isaac planeaba bendecirlo, antes de su muerte, Jacob, a instancias de su madre, lo suplanta. Ya antes le había cambiado la primogenitura por un plato de lentejas. Ya desde su gestación Dios había dicho que "el mayor servirá al pequeño". Jacob se queda con toda la bendición (es decir con todo) y Esaú queda como siervo de él, y "a vivir de la espada" (la biblia de Jerusalem señala: "de la rapiña"). Ojo que éste era el destino original para Jacob.

Entonces Jacob, con engaños, se apropia de la primogenitura y la bendición paterna. Se enamoró de la hija de su tío materno, Raquel, pero primero se vio obligado a casarse con la hermana mayor Lía. Raquel era estéril y sólo después de tener hijos a través de su esclava es que pudo concebir a José (Gn 30, 22ss). Dios también bendice a Jacob: "por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra".

Jacob tuvo doce hijos. Con Lía, tuvo a Rubén, el primogénito, quien cometió incesto con una de las mujeres de su padre. Esto hizo que su primogenitura pasara, en la práctica, a manos de Judá, el cuarto hijo de Lía (que en numerología genealógica corresponde al número 1). Entonces vemos que de la esposa menos preferida, surge el hijo líder (Judá da la voz para que vendan al hijo amado de la mujer amada, José). Jesús no desciende del hijo amado, sino de su opuesto.

Hasta aquí resaltan los siguientes aspectos:

Incesto y esterilidad en tres generaciones continuas. Karl Abraham (¡curiosa coincidencia!) señala que quienes no han podido madurar y ver a sus padres como adultos, sino que permanecen sumisos a ellos y apegados fuertemente a la familia y sus valores, presentan dificultades para la exogamia, por lo que permanecen solteros o se casan entre parientes. La esterilidad, y el celibato como medio de no perpetuación, es una respuesta a la acumulación de vivencias consideradas pecado, o sentir el mundo como extremadamente peligroso.

Cobardía. Tanto Abraham como Isaac anteponen su propia seguridad a la de sus esposas. Cuando vuelven ellas a su lado, es muy probable que se sintieran con inseguridad y/o con rencor. ¿Y ellos? Es usual que ante la propia culpa y la vergüenza se actúe proyectándola en forma de recriminación. El filme Una propuesta indecente, de Adrian Lyne, ilustra magistralmente este mecanismo.

Vivencia de amenaza de morir. Evidente en Isaac y sospechada en Abraham. Determina una profunda desconfianza básica. Tener gemelos expresa esa falta de confianza en la Vida: “hay que hacer dos para asegurarnos”.

Irrespeto a la Jerarquía. Como expresa Hellinger: “Los que llegan primero tienen prioridad”. Sin embargo tanto Jacob, como Judá y Peres (ver más adelante) se arrogan de un lugar que no les corresponde en principio.


Ver la segunda parte aquí.


[1] El presente texto ha sido publicado en: Ojeda, W. (2017). El árbol genealógico de Jesús como modelo de evolución espiritual. Solaris. Año 2 N° 2, pp. 83-90. Lima: NIOS.